SOBRE VIVIR SIN TENER NADA
Te encuentras en la calle solo con lo que tienes puesto. Son
las 14 horas y con hambre, solo entro un pedazo de pan en el estomago a las
cuatro de la mañana en la estación de Sans en Barcelona. Haces por coger un
bus, entrando por la puerta de atrás y con ojos abiertos para si entra el
inspector en cualquiera parada, pudiendo ser mas listo que ellos.
Parada de la plaza de España, son las 16 horas hoy tendré
que espabilar para encontrar algo para
comer y poder pasar la noche en un lugar que este un poco caliente, ya que
estamos en el mes de febrero. Pase por
la estación del metro de la plaza de
España, después de mirar por algún rincón, encontré uno debajo de una escalera,
que en algunos momentos serviría para guardar material de limpieza, estaba sin puerta y todo
oscuro.
Ya no sabia si tenia hambre o sueño, pase junto a un mercado
de abastos y estaban recogiendo y echando en contenedores los frutos que no
estaban en condiciones para su venta, pase junto a un mozo de limpieza y le
pedí unas cuantas peras y manzanas que estaban algo podridas, el me dice que
puedo coger todo cuanto quiera y mismo me da una bolsa de plástico, podía
llenarla, pero solo cogí unas pocas unos plátanos y naranjas, en camino cogí
una botella de agua en una fuente, y fui a mi refugio, me senté en un banco del
metro, esperando a que llegase el ultimo metro, llego y me fui para debajo de
las escaleras, y siempre mirando por si estaba algún policía o seguritas del
metro vigilando.
Todo a oscuras, comencé a comer la fruta sin reparar si
estaba podrida, con el hambre que tenia no notaba nada.
Pase la noche bastante bien, aunque pase algún frio, ni un
cartón para que hiciera de colchón, ni una chaqueta que hiciera de manta.
Me lave la cara con el agua de beber, y cuando el metro
comenzó a trabajar deje mi escondite. Comencé a trotar por las calles de
Barcelona en una forma que no estaba acostumbrado, a vivir sin tener un duro en
el bolsillo, a mirar para los que saboreaban las cervezas en los mostradores de
los bares o los comensales degustando unos buenos menús, y yo me preguntaba,
cuando será que yo pueda beber un baso de leche a la mañana, como lo hacia en
otros tiempos.
Ramblas arriba, ramblas abajo, y con el estomago cantando su
triste aventura del que tenia y ahora no tiene, y solo le queda esperar a que encontremos una hoja de lechuga media
podrida, o un tomate caído de una caja en el mercado pisoteado. En la plaza de
Cataluña junto a unas palomas, me puse a beber
en la fuente sin mirarnos las caras, mismo le tenia rabia de que ellas
tenían alguna alma caritativa que le echaban pan y trigo, que cuando el
alimento caía al suelo, mas de la veces quisiera ser paloma para coger un pedazo de pan.
De la plaza de España pase a Monjuich a vivir en una pequeña
chabola dejada por unos gitanos que se
marcharon a vivir a junto de la fabrica de la seat. Entre chatarra y ratones
pase unos meses. Encontré de todo, menos buenos amigos, cada uno se apañaba
como podía y siempre si un duro en el bolsillo.
Después de unos meses sin saber lo que era una buena ducha,
hoy estoy invitado por José el legionario a su humilde casa del barrio nuevo.
Os contare algo de mi amigo el legionario. Hace unos años José estaba en la legión
en Ceuta de cabo primero, cuando cumplió sus 40 añitos, en una fiesta de
borrachera de alcohol y droga le pego a un oficial, le cayeron nada menos que
10 años de cárcel por una torta a un superior, que como el decía que seria
mejor matarlo, así el también pasaría a mejor vida con una bala en el corazón.
En el calabozo lo paso muy mal cada día peor, entre drogas y culatazos los días
eran interminables. Del penal al hospital, la falta de droga y no comer
nada, José cae enfermo, los médicos
militares dicen que José tiene que pasar a una enfermería para enfermos
mentales, fuera de los calabozos, trasladaron lo a la península donde quisieron
internarlo en un manicomio como enfermo mental, se reía, lloraba, cantaba y se
meaba, y así lo dejaron en plena calle en Tarragona, con el saco de legionario
y cien pesetas, las famosas cien pesetas de plata de nuestro querido
francisquito (1970).
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