jueves, 24 de septiembre de 2009

A TELLA DOS VENTOS


INVERNOS

Xa fai un anos, cando aínda o telefono non existía nin tampouco a electricidade no meu pobo, as cousas non estaban para bromas cando chegaba o inverno, días, semanas e meses sen poder saír da casa con ventos desbastadores que ninguén os podía aguantar, con chuvias torrenciais e nevadas, con fríos de ata 10º baixo cero, acórdome que despois de chover quedaban pozas polo monte é podíanse pisar onde o xeo tiña tres ou catro centímetros de grosor e faciamos patinaxe co cu, xa que dereitos no era para nós, xa teño levado bastantes croques na cabeza, ai aqueles invernos¡, o mar estaba doente por comer a aquela xentiña indefensa sobre catro táboas, nos barcos a vela que tiñan que pasar a costa de Portugal moi longa e con poucos abrigos para refuxiarse de estas tempestades, anos cheos de naufraxios e perda dos seres queridos, invernos asasinos é o nome que eu lle poño, saias para o mar, e non sabias se volverías a terra vivo, as veces os barcos daban pantocazos enterrando a proa ata o ponte, aqueles que o tiñan, e os que estaban o goberno dicíanlle a proa ¿ven, ven, sube, e subía cando ela quería, algún de eles nunca a subiron, quedando nos fondos do mar.

A TELLA DOS VENTOS . Tanto ou mais, o padecían en terra as mulleres de estes escravos do mar, padecían o mal do medo cando ollaban para a ría e so ollaban aquel mar enfurecido que chegaba as casas no porto. Un día na igrexa dos Remedios unhas cantas mulleres que estaban pregando a deus para que os ventos calmaran, decidiron ir o monte da virxe do Faro e tamén darlle uns rezos a nosa señora, noite con vento e chuvia, chea de lóstregos camiñaron por camiños desfeitos ata chegar a hermida da nosa señora a Virxe do faro, cando acabaron de facer os seus rezos e pregarias unha de elas dixo de cambiar unhas tellas no tellado e seguir pregando para que a auga no entrara dentro nin o vento, cando acabaron de rezar o dia xa estaba a somar, cheas de frío, molladas puxeron as tellas no seu sitio e marcharon, unha filla de unha de estas mulleres, contáronme que o tempo cambiara durante o camiño, ¿ seguiu con vento, pero menos, o mar foi a menos?.
E así pasaron os invernos, e as crenzas nos milagres continuaron, as mulleres cos seus rezos é os seus homes cos traballos cotidians do mar.
Moitas mulleres de patróns de estes barcos, subían o faro para darlle a volta a unha tella do pinche no tellado para que o vento cambiara, se o barco pasaba cara o sur poñían a tella cara o vento contrario, é o contrario se navegaban cara o norte, é así para elas sempre o vento estaba pola popa, onde lle empuxaba as velas no vo camiño.

A nosa Virxe do Faro,
esta no alto é fai que dorme.
Ela ven vío pasar,
os mariñeiros de Corme.

Luís Suárez (Corme-24 de Setembro 2009)

domingo, 20 de septiembre de 2009

MEMORIAS 9



CAMINO DE SUIZA
Para aquellos años del 70, todos teníamos la idea de marchar al extranjero a encontrar un trabajo que fuera mas pagado y más fijo que en nuestra querida tierra. Yo después de cumplir la mili, fui a trabajar a la Coruña de peón de albañil, mucho trabajo y poco dinero, la primera empresa era un pequeño empresario que cogía trabajos a otras empresas, y nosotros la hacíamos a destajo. Este trabajo duro unos meses, yo gastaba mas que cobraba, todos los Viernes por la tarde marchaba junto a mi novia para Ribeira. A los pocos meses decidí coger un trabajo en esta villa, donde seria también en la construcción.
A los pocos días de encontrarme en este pueblo de Ribeira, estuve hablando con un conocido que trabajáramos juntos en la draga Prudencia, y el después de decirme que tenían poco trabajo, donde podrían hacerme un pequeño favor entrando a trabajar con ellos, pero sin contracto. José Dopazo compañero de la draga, me propuso vivir en su casa y también comer, pagando un poco que el mismo sacaba de mi sueldo semanal. Para mí esto era las mil y una, después de tener trabajo, estaba junto a mi novia Julita. En el mes de marzo, hable con un primo mío que estaba en Suiza, Jesús Varela, se sería posible hacerme un contracto de trabajo en Suiza, el me contesto que el trabajo estaba bastante mal pero que miraría. Yo continué trabajando en Ribeira. Un día estábamos en el cine, y Julita me preguntaba si era cierto que quería marcharme para Suiza, yo un poco nervioso le contesté que sí, ella se puso pensativa y mirando hacía el suelo, sin contestar a mis palabras. Julita por que no contestas, ¿ no quieres que marche?. Ella continuaba sin decir nada. Entre suspiros y algunas lagrima contestó, ¿tu sabes que si marchas para Suiza, todo se termina entre tu y yo?. Le seguía diciendo, que yo aunque marchase, la seguiría queriendo, que estaría en contacto con ella por medio del teléfono, y cada seis meses estaría con ella, pero nada. Yo le seguía diciendo, mira cariño aquí se gana muy poco, y para hacer lo que tenemos decidido, hace falta mucho dinero, ella seguía callada, sin mirarme, y cuando quería decir algo, solo me decía que hiciera lo que yo quisiera. Algunas veces me ponía nervioso y le contestaba de una forma que nunca hiciera. Al terminar la película fuimos a bailar a la sala de baile, ella parecía que ya todo pasara, hablaba con sus amigas y amigos, yo también estaba muy contento, al ver que ella se encontraba feliz. Al terminar el baile la acompañé a su casa, ella se resistía a que yo la besara, donde nunca hiciera tal gesto, yo también no quería que ella sufriera y la dejaba. Le dije hasta viernes, y marche escaleras abajo. El lunes a la mañana cogí el autocar que va a Santiago, y de Santiago a Corme. El viernes por la mañana sobre las 11, volvía a estar en Ribeira, ella trabajaba hasta la una de la tarde, la estuve esperando a la salida del trabajo, le di un beso y ella me lo ofreció, parecía que todo estaba olvidado, pasamos el fin de semana sin novedad, solo cuando marche para casa ella me pregunto cuando me marchaba para Suiza, yo le contestaba que no sabia cuando, a lo mejor no me llamaban, las ganas también me estaban marchando de mi mente.
Ya todo parecía que todo estaba en su sitio cuando un día del mes de Marzo me llega una carta de Suso donde en ella me dice que los contractos llegarían a finales de junio, el mío y los otros de la aldea de Corme. Yo en aquel momento me quedé contento, después de pasar un rato fui pensando y recordando lo de mi novia, ella no estaría tan contenta con la noticia.
Pasaron unos días y cuando volví a Ribeira, ella solo al verme ya le parecía que algo tenía que decirle, casi no tenía fuerzas para decirle que dentro de unos meses marcharía para Lausana Suiza.
Pasaron unos días cerca de un mes, y no sé como cogí fuerzas para decirle que a mediados de Junio marchaba. Yo pensaba que se pondría triste con la noticia pero no, ni siquiera una lagrima como lo hacía más de la veces, ella solo me contestó ¿tu sabrás lo que haces?. Aquellas semanas pasaron un poco al rojo vivo.
Sobre el 15 de junio de 1.970, cogíamos el tren, yo mi padre y algunos de mi pueblo Corme. Pasamos toda la noche en el tren hasta llegar a la estación de Irun, allí estuvimos todo el día esperando el tren que nos llevaría a Ginebra, en esta estación, a sido mi primera experiencia sobre lo que era la emigración, cientos de emigrantes por el suelo, unos durmiendo otros comiendo, parecía un campo de batalla. Todos teníamos unas caras de sueño y llenas de mierda que mismo apreciamos escapados de una terrible sequía. Los lavabos no tenían agua, los retretes sin papel. Los pasillos y sala de espera parecían campos de batalla, unos que trataban de dormir en el suelo, otros en los bancos de la estación cansados del viaje esperábamos la salida, la mayoría de estos eran Portugueses, desde unos viejos de sesenta o más a niños de dos, aquello era una gran miseria.
Sobre las seis de la tarde, cogía el tren vía de Suiza, los comportamientos de los vagones llenos y mismo los pasillos.
A las siete de la mañana llegamos a la estación de Ginebra. Maletas, mas maletas empujones, severos controles en la aduana de Suiza, nada de traer jamones, chorizos, carne de cerdo ni ninguna botella de brandy. Si alguien traía algo de esto, la policía ponía una multa y mismo la comida sería metida en un grande bidón que ellos decían que todo aquello sería quemado, yo creo que las botellas de licores y de vino no pasarían por tales calenturas, solo les darían calenturas a quien las bebieran.
Después de pasar la aduana, somos conducidos como un rebaño de ovejas detrás de un o mas policías, sobre unos dos mil metros a pie y no dijeras nada, ni dar las gracias por algo que tu creías bien hecho, nada de nada. Mi primero contacto con estos pastores de rebaño mismo al salir del anden de Francia para pasar la frontera, estábamos pasando por el túnel que ellos hacían para pasar, y cuando estaba por el medio un policía dijo de mas de prisa, y no sé como dije merci y ellos lo cogieron a su manera, vienen junto de mi y me dicen que les acompañe, me llevaron a las oficinas de emigración, diciendo que les molestara y que pedían que fuera otra vez para España, yo no les comprendía lo que me decían ni ellos sabían nada de Español, pedí alguien que hablase Español para decirle, que solo le dije gracias por los gestos y su amabilidad que tenían hacia nosotros. A los pocos minutos llega una señora, yo estaba aun con las lagrimas en los ojos, la señora me pregunto que es lo que me había pasado y yo le dije la verdad, como aquel policía las había cogido con migo por nada, ella estaba del lado del policía, me decía que si no queríamos trabajar en su país que no fuéramos, mis compañeros estaban esperando al otro lado de la frontera, algunos de ellos, otros ni se enteraron, ya estaba pensando en volver para tras cuando me dijeron que tenía que pagar una multa, que nunca llegue a pagarla ya que no llego a mi casa nada. Pasé la frontera, osea al lado de los andenes del lado Suizo, por que todo queda en la misma estación de Ginebra. Fuimos conducidos a unos barracones para hacernos la revista médica. Otra vez, colas de doscientos metros de longitud. Si hemos llegado a las nueve a la cola, la revista la hacemos al medio día. Después esperar por el resultado, unos para casa de vuelta, y los otros serían marcados para poder trabajar en el país de los banqueros.
El cachondeo del hombre perdido comienza. Sobre las tres de la tarde, yo y mis vecinos cogíamos el tren de Ginebra a Lausana. Cuando ya pensábamos que habíamos llegado a nuestro destino, donde estuvimos todo el trayecto de pie para no pasarnos de Lausana, y ya pensando que ya pasáramos, en la próxima estación desembarcamos del tren en Renens, preguntamos en la estación por Lausana, y los viajeros nos dijeron que estaba a unos ocho kilómetros, volvimos a coger el tren de cercanías para llegar a Lausana, y la noche ya estaba a nuestros pies. Nuestra dirección estaba para llegar a Lausana pero exactamente teníamos que ir a Echandens, volvimos a preguntar por las barracas de la empresa Gabella y nos dijeron que teníamos que retroceder asta Echandens y después coger el tren a Ecublens que a dos kilómetros estaban las barracas. Los nombres eran perecido, y cuando llegamos a Renens bajamos ya que conocíamos la estación pensando que estábamos ya cerca, cogimos las maletas y nos pusimos al camino mas de noche que de día, después de caminar y caminar cargados en estos ocho kilómetros que fueron por no conocer, nosotros teníamos que coger el tren de Lausana a Bussigny y después las barracas estarían a unos mil metros de la estación de Bussigny. Por el camino nos perdimos mas de cuatro veces, cuando llegamos a las barracas serian las nueve de la noche.
Al llegar a nuestro domicilio, fuimos recibidos por el conserje como si fuera un rebaño de ovejas perdido, solo falto que el perro guardián nos mordiera en las piernas. Fuimos conducidos por este señor, que de señor tenía poco, mas bien sargento de la legión, sus palabras daban mas a un sin vergüenza que a un señor. Ya en nuestra casa fuimos alojados en nuestras habitaciones. El conserje nos decía, que si perdéis esto multa, si deja esto también, si no hacéis os echo fuera. Nosotros cansados como bestias, como pudimos nos tiramos en la cama esperando el próximo día.
Al día siguiente, fuimos todos en una camioneta descubierta de la empresa a la oficina, el ganado había llegado a su destino marcado y con número para su explotación, enviado por los que comen a cuenta de este medio de exportación humana a otras naciones, que también buena falta le hace el puesto de trabajo en fabricas y en el campo, también mas puestos de trabajo en la marina mercante que hoy en vez de crearlos desguazan los barcos.
El lunes próximo tenía que empezar el trabajo en una obra, donde estaban haciendo un edificio de siete pisos y cuatro escaleras.
El sábado fui hacer las compras a Renens, pero ya estaba mas orientado, cogí el tren en Bussigny hasta Renens, hice la compra en el migros. Siempre cargado, llegue a la barraca al medio día, hice la comida y después me tire en la cama, que para quedarme dormido las pase, ya que el piso es de madera y al pisar pues se hace mucho ruido aunque bayas despacio. Quede dormido con el tiempo, cuando desperté serian las seis de la tarde, ya seria hora de comer algo. Arranche la cocina y me puse a ver la tele, que ya tenían tele los Italianos, pero en común con todos los que quisieran verla. Los Italianos estaban separados de los demás por una división, osea a una parte, los Italianos, y en la otra los Españoles. El conserje tiene una pequeña cantina en su barraca donde aun no pude visitarla ya que los francos están en los bancos. El Domingo me levanté sobre las nueve de la mañana me aliste un poco y salí a recorrer un poco el pueblo de Echandens, donde me gusto mucho, parecía que estaba en Galicia, todo verde solo el paisaje era diferente, allí no tenían pinos ni tojos, todo estaba mas cuidado en una simple aldea como era Echandens tenía sus jardines bien arreglados, sus casas bien pintadas, sus calles prometían ser una pequeña ciudad, con cuatro bares y un hotel, un albergue para los caminantes, estación de ferrocarril, oficina de los emigrantes y su policía, correos y telégrafos, el ayuntamiento, sus cuatro granjas de vacuno con sus tierras a los alrededores, solo carecía del asunto de un centro de salud y mismo de médicos privados. Los médicos privados estaban en Bussigny y Renens con sus clínicas, en el de Bussigny estaban dos médicos y una enfermera, en Renens ya era una pequeña clínica, pero privada, los médicos atendían también a los asegurados como médicos de cabecera, para cosas más graves tendríamos que ir a Lausanne. Después de recorrer el pueblo baje a las barracas hice la comida y después me puse a descansar unas horas, cuando ya la tarde venía acercándose me levanté y me puse a preparar las cosas para el Lunes que comenzaría a trabajar.

jueves, 17 de septiembre de 2009

HOY ME SIENTO CUBANO


JUAN ALMEIDA BOSQUE

Hace unos días nos dejo el compañero y amigo, estos días han sido tormentosos pero no serán los únicos. La vida es un ciclo largo y corto, corto y largo, y nos llena de malas y buenas sorpresas cada minuto de sí. Es como un arancel que lleva escondido y lo cobra cuando menos lo esperamos.
La muerte física, sí física , del comandante de la revolución Juan Almeida Bosque de repente nos llenó de nostalgia. Hay seres que vienen a la tierra con dones especiales y, aunque vivan lejos de la puerta de tu casa, sientes que de algún modo son tus amigos, tus verdaderos compañeros.
Es una empatía natural inexplicable, que no la da exactamente una relación social o pública. Eso sucedía con Juan Almeida. Era un hombre de pueblo y el pueblo lo llora. Le despidió con respeto y amor este martes 15 de septiembre, en la inmensidad de las principales avenidas de Santiago de Cuba, bautizada como la Cuna de la Revolución.
Allí, en la Ciudad Héroe, donde Almeida hiciera su historia de combatiente leal y buen Cubano, un compacto cordón humano lleno las aceras desde la plaza Marte, en el centro santiaguero, hasta el Mausoleo en el Tercer Frente Oriental Mario Muñoz Monroy, donde se inhumaron sus restos.
Pero no fue Santiago quien lo acompañó hasta su última morada. Todos los cubanos siguieron el triste momento por los canales nacionales de la televisión. Dentro de la tristeza, es algo hermoso, porque es espontáneo y sincero, necesario para el ánimo y el alma en estos momentos donde no cuentan los deseos ni la voluntad.
Almeida partió para quedarse, pero partió. No es símil ni una metáfora. Es su dimensión humana y revolucionaria las que lo hacen sobrevivir más allá de la muerte. Son esos detalles que engrandecen a los hombres y los inmortalizan. Su despedida no ha sido formal. Se siente en el corazón lo que ya es ausencia de un gran compañero.
La vida es así, un soplo de luz, que nunca sabemos exactamente cuando se apagará. Pero que podemos vitalizarlo en presente con el poder de la virtud. Y Juan Almeida Bosque supo hacerlo. A veces creo que los verdaderamente buenos no debieran morir, para hacer muros de contención a la gente mala. Y hombres como él le hacen falta, mucha, al mundo que vivimos.
Y me alegro doble que fuera cubano, latinoamericano, internacionalista… porque ahora mismo, con toda esa imagen grandilocuente de un pueblo entero, esperando su paso en la caravana fúnebre, kilómetros y kilómetros por todo Santiago, por todas las casas de toda la isla, siento una vez más lo infinita que es la vida cuando un ser humano no se jacta, se entrega… cuando por alto que esté y mucho poder que tenga, mantiene la sonrisa, la misma sonrisa, que cuentan quienes le conocieron desde siempre, estrenaba al componer sus canciones o limpiar el fusil, o colocar un ladrillo, o saludar a un amigo.
Este martes de septiembre no fue triste, a pesar de las lágrimas. No fue triste, murió un hombre – no debía -, pero nació para siempre otra piedra angular de la lucha más simple u más compleja… el paradigma eterno de los buenos ejemplos. Yeso, en el ciclo corto y largo que es la vida, para mí es lo más importante.

Graciela Guerrero Garay
(Luís Suárez – Corme 17 de Septiembre 2009

lunes, 14 de septiembre de 2009

AS CAROLAS (piñas)


COA MALETA DAS CAROLAS AS COSTAS

A maleta é un aparello utilizado para recoller as piñas dos piñeiros, tratase de un mango longo, é na súa cabeza ten unha pequena táboa cruzada que sirve para golpear a carola ou piña e así tirar de ela.

Todas as mañas, inverno e verán, saían de Corme Porto o exercito da recollida de piñas, eran uns vinte, algúns de eles descalzos, onde os seus pes tiñan que recorrer seis ou sete quilómetros empuxando unha carretilla de madeira cargada de sacos cando tiñan a sorte de encontralas, é mesmo se ó propietario da finca non chegaba e llas sacaba, non sería o primeiro que lle pasou. Cando o pasaban mais mal era no inverno, collían a molladura cando saian da casa, e ata chegar a ela non podían cambiarse, aqueles que tiñan roupa de reposto, o diñeiro que sacaban era pouco, unha peseta ou menos cada saco, cando tiñan algún comprador particular para as súas cociñas sacábanlle algo mais, en Guxin compráballe Romero moitas carolas pero a moi baixo prezo, o señor Manuel tamén era un artista subindo os pinos e manexar a maleta con arte de mestre do oficio.

É a unha da tarde, a fame xa non deixa subir os pinos, cargados ata a carretilla que a teñen na estrada co primeiro viaxe, levan ata tres sacos cada un, uns setenta quilos, un de eles o chegar a carretilla dáse conta que alguén remexeu no seu caixón que tiña por debaixo da carretilla, hoxe xa non podía comer esa onza de chocolate coa broa que lle dera a súa nai, entre eles todos dicían que non foran, non viran ningún alleo da cuadrilla polos arredores ¿quen foi o que comeu o meu chocolate e a broa?, dicía Xosé, el sabía ven que o que fora non dicía nada, pero el sabia quen fora, o que sempre recollía as pinas que non eran de el, ou cando escondía os guizos entre os toxos. Xosé dime que coma este había mais, tamén contoume que un día estaban apañando nos montes do faro de Brantuas e non se deron conta, que o dono da chousa os estaba esperando no portelo da finca, a que eles chegaran cargados, facendo que deixaran as carolas na finca, Xosé e algún mais colleron finca arriba pisando toxos e o que encontraban no chan, cos pes descalzos, despois de despistar o señor de Niñons, puxéronse a sacar as espiñas dos pes, que aínda que os tiñan afeitos e duros pisaran toxos vellos. Este día, a metade do exercito das carolas pasarían sen cear algúns, coma o escravo que tiña que traer oito sacos o día, ou non ceaba, e tamén tiña que traballar o Sábado todo o día, hai pais que lle queren moito os seus fillos, di el.

Antes de achegarse o monte, buscar unha leira de froita, e como o dono se a pides non cha da, pois teremos que collela co permiso do can gardián.
Un día, pasabamos por Guxin, conta Xosé, e encontrámonos coa señora María, pedímoslle froita, dicindo que tiñamos fame, e se nos daba unhas mazas para comer no monte o medio día, ela contestou que si tiñamos fame que traballaramos, coma si o que estabamos a facer fose un xogo, subir os pinos de mais de quince metros coma os gatos, recoller as pinas entre os toxos descalzos, vir cargados a mais de sete quilómetros, isto non é traballar, ¿a que lle chama traballar, señora María?, ir a vender o leite ó porto non é traballar, tamén vostede o pode beber, que ese non é traballo.
O próximo día asaltabamos a leira de noite, e collemos froita para a semana..... A señora María xa fai anos que finou.

Luís Suárez (Corme-Aldea 14 de Setembro 2009)

domingo, 13 de septiembre de 2009

SOLDADITO MARINERO

DE CIVIL A SOLDADO.

Mi primero destino a sido Ferrol, cuartel de los Dolores de la infantería de marina, el primero día de mi llegada al cuartel, me cortaron el pelo casi al cero, ellos decían al uno, me entregaron la ropa cinco números más grande que me pertenecía, al pantalón le di tres o cuatro vueltas, y a la guerrera en las mancas también otras cuantas, al segundo día de estar en el cuartel ya comencé con la instrucción militar. La primera carta de Julita aumento mi deseo de estar junto a ella, donde tenía que esperar la jura de la bandera que sería a los dos meses de estar en el cuartel, dos meses, que serían dos siglos.
Mi primer permiso lo pasé junto a ella donde la ausencia de estos setenta o ochenta días, habían aumentado nuestro cariño y deseo de estar más juntos.
Después de pasar unos días en Ribeira, otra vez para Ferrol. Mi segundo destino sería San Fernando Cádiz, fui embarcado en el Hernán Cortés, una vieja fragata a vapor, en la escolta del yate Azor.
El puesto sería en la maquina de proa, remplazando a las veces en la caldera de proa cuando alguno estaba enfermo o en otro destino.
Mi jefe de maquinas un sargento, se llamaba D. Fernando, este sería el jefe más próximo después había otros grados más pequeños, coma cabos. Me acuerdo de un día cuando estábamos en el puerto, el barco comenzó a echar humo por todas partes y mas salía de la caldera de popa, las sirenas se pusieron todas a tocar, y nosotros todos cada uno en su sitio de zafarrancho y emergencias, mi puesto era en la maquina de proa de telefonista, desde el jefe de menos grado al de más todos en sus puestos, y todos contra el incendio de la caldera, donde venía de debajo de esta, el fuego estaba en la sentina del barco, todos con miedo a que todo saltase por los aires, ya que a los lados estaban los depósitos del fuel, todo estaba lleno de humo y muchos de los marineros tuvieron que pasar por la enfermería del barco, mismo el capitán de maquinas a sido sacado sin conocimiento de la caldera por la toxicad del humo, a las dos horas estaba todo apagado, solo algunos desperfectos en material eléctrico. A los dos meses de estar en mi destino fui ascendido a marinero de oficio de maquinas donde me daba derecho a ser aspirante a cabo de segunda de maquinas. El trabajo era pesado motivado a que todo era muy viejo, y las maquinas estaban siempre averiadas más de las veces, cuado salíamos del trabajo nuestras caras y ropa estaban tan negra que parecíamos unos limpia humos. Al año de estar en el servicio militar, tuve mi primer mes de vacaciones que también sería el último.
Cuando llegue a casa, ya tenía la contestación de la carta de Julita. Al próximo día, cogía el autobús de Corme-Santiago-Santa Eugenia de Ribeira, cuando llegue serían las 11 de la mañana, y Julita aun estaba trabajando, pasé el día con los amigos, asta que salió del trabajo junto a sus compañeras las trabajadoras de la fabrica del bacalao, nuestro encuentro a sido como si hubiéramos estado siglos sin vernos.
Pasé unas semanas en Ribeira, a la mañana a la playa, y a la tarde al cine con mi novia, solo los Domingos solíamos ir al baile. Los días pasaban tan deprisa que mismo uno no se enteraba de mirar el reloj, para que no pasara tan deprisa, traté de buscar trabajo para un mes, el dinero escaseaba, pero no encontré nada de mi gusto.
El mes de permiso, se estaba terminando, y yo pensaba que hasta terminar el servicio militar no tendría más permisos a mi tierra. El día llego, a la mañana siguiente cogí el tren vía de Cádiz.
A los tres o cuatro días de estar en el barco, el sargento don Fernando vino junto a mi a la maquina, donde estaba de guardia, y me dio la orden de que a las seis de la tarde, me presentara al capitán de maquinas en su despacho, yo cumplí la orden. El capitán me ordeno que mañana miércoles tenía que hacer de cabo para las guardias y relevos ya que los cabos especialistas estaban más de ellos de permiso. Mi nuevo destino solo temporal no marchaba bastante bien, culpables mis mismo compañeros que boicoteaban mis mandatos y yo no tenía la mala de ponerlos en el cuadro de arrestos, ya que las novatadas todos las teníamos que padecer, y mas una persona que no pasara por la academia para cabo.
A los pocos días de estar pasando por estos temporalmente trabajos, me destinaron a la escuela de maquinas de la Carraca, donde a los dos meses entre la escuela y el Hernán Cortes salí con los galones de cabo segunda, o sea cabo verde.
Un día estábamos montando una bomba de achique, yo y unos marineros, y teníamos que limpiar la cala y made aun marinero a limpiarla y me contesto que la limpiara yo, no puse atención a estas palabras sabia que tendríamos que hacerlo antes de subir para la cubierta, ya que tenia la orden de mi jefe el sargento que tenia que quedar limpia, tanto yo como los marineros que me estaban ayudando, ya teníamos nuestro trabajo hecho y solo faltaba una media hora para terminar la jornada de trabajo y marcharnos francos para tierra unos de paseo otros para su casa. Uno de los marineros que me estaban ayudando a limpiar la cala vino junto a mi y me contó que el Manuel no quería ayudarle a subir un bidón de aceite y agua de la sentina al sollado, yo con buenas palabras le dije que por favor le ayudase a José por que estaba llegando la hora de marcharnos y volvió a decirme que lo hiciera yo, ya me estaba molestando un poco, cogí y fui ayudar a este marinero. A la vuelta, estaba terminando de limpiar, ya los marineros estaban para salir a lavarse yo continuaba limpiando para terminar también cuando sentí un golpe en la cabeza que casi me deja sin sentido toda la maquina se puso a dar vueltas y de la cabeza salía bastante sangre, me sacaron los compañeros para el sollado sin dar parte a nadie, tenia un corte sobre el ojo izquierdo.
Ser bueno muchas de las veces, es malo, este golpe si yo fuera malo el amigo Andaluz tenía de tres a cuatro semanas de arresto o calabozo.
A las pocas horas de pasar esto del golpe, el teniente de maquinas fue a visitarme a la enfermería del barco, yo tenia cuatro puntos en la herida, después de saludarme, me pregunto como había hecho para tener aquello en la frente, yo le conteste que resbalara en la escalera y fuera abajo a la maquina, el no dijo nada, solo se quedo mirándome y dando a la cabeza.
Al día siguiente salí de la enfermería, serian las 10 y media de la mañana, ya desconfiado pase por el cuadro de anuncios, y mi nombre y el del marinero estaban escritos en el tablero, yo por mentir a un superior y no mandar avisar a mis superiores al momento de la agresión, y el marinero por pegarme y no hacer lo que yo le decía ya que en aquellos momentos tenía la responsabilidad en el trabajo. El andaluz, un mes de arresto sin salir a tierra, y yo una semana por mentir. El arresto del marinero se puso rematado a los dieciocho días, comenzábamos la escolta de Franco por mar acompañando al yate Azor en sus travesías en la pesca de la ballena y otros, y todos años cuando comenzábamos la escolta, los arresto menores eran sacados a los marineros. A la altura de Finisterra el yate azor a avistado un ballenote pequeño, lanzaron el arpón, y el animal a conseguido escaparse del afilado hierro. Después de esta aventura pesquera atracábamos en La Coruña en el muelle náutico. Decoraciones, ascensos, arrestos graves venían puestos por el jefe del estado Español F. Franco Bahamonde. De la Coruña a Sada, de Sada pusimos proa al país Vasco, San Sebastián sería el primero puerto del norte en el cantábrico que visitaríamos. Después pasaríamos por otros más pequeños. Durante la escolta los permisos a casa eran estrictos solo salíamos a tierra una hora o dos al terminar el recorrido de la escolta, teníamos una semana de permiso que seria para los del sur de España, nosotros los del norte, teníamos lejos nuestro hogar y teníamos que esperar unos meses más. Faltaba poco tiempo ya para los licenciamientos, y en un descuido cogí una moña que hasta lloré la marcha de un compañero, cabo segundo especialista de maquinas, después de cuatro años de servicio dejo la armada Española y no quiso continuar para cabo primera.
A los veinte días que faltaban para los licenciamientos del tercero de 1.968, tuvimos que poner proa a las islas Chafarinas, se decía que submarinos Rusos estaban bajo aguas junto las islas. Todo a sido una falsa alarma, ya que nosotros no hemos visto submarino ninguno, donde si estaban barcos de la armada de EE.UU. de América que los teníamos hasta en la sopa, solo sería para que nosotros los que teníamos que cumplir, echáramos mas tiempo de mili. Cuando llegamos a Cádiz nuestro reemplazo ya estaba en la Carraca, sería el día de mas felicidad de mi vida, aunque la mili la cogí con cariño, y el oficio de mecánico me gustaba. Ya pensaba que todo estaba arreglado. Fuimos a tierra a Cádiz y entre los compañeros que vivían cerca pues hicimos una fiesta de despedida aquella noche. Serian las dos de la mañana cuando llegamos a la Carraca, ya pensando en el malo, pero tuvimos suerte que no paso nada.
A la mañana siguiente, cogimos el petate con nuestros enseres y pusimos camino a nuestra tierra unos en tren y otros en autocar. Yo vine en tren, cuando llegue a Coruña no sé lo que hice por el camino que cuando llegue a la estación no tenía mas que lo puesto y aun faltaban piezas como el lepanto y peto de gala, como tenía que presentarme yo en la comandancia de Corme, bueno todo se arreglo entre alguno de mis compañeros solo me faltaba el lepanto, en Corme pedí prestado uno y no paso nada. Después de estos pequeños traumas, mi cartilla Naval esta limpia.

domingo, 6 de septiembre de 2009

O GALO ARTISTA

O GALO CANTADOR

Contan, que na parroquia de Tella na casa reitoral, o señor cura tiña un galiñeiro mesmo o lado da parede que fai de balado o adro da igresia, nel tiña tres ducias de galiñas e un galo, as pitas estaban todas orgullosas de aquel galo todo un cabaleiro no poleiro e fora, onde estivera o galo nin gatos nin cans, e mesmo o señor crego as tiña cando pasaba xunto as galiñas que poucas veces o facía, non polo medo galo, senón por que tiña que baixar o relo, é non era cousa que o señor cura estivese doente das costas, para iso estaba a criada é tamén o san crista para recoller os ovos e coidar das aves.

Todos os días pola mañas, sobre as sete, o galo poñía a cantar a súa gorxa afinada en varias sintonías, o único que non sabia cantar, eran as letras que o señor cura lle repetía e trataba de enxeñar, algúns caldeiros de auga lle tirou para refrescarlle a memoria pero nada. Mesmo sabia cando empezaba a misa das doce, pero cantaba como el sabía, o san crista esperaba que o galo empezase o seu canto, e despois el tocaba as campas que mesmo daba gloria escoitar os dous o ven que o facían. Os veciños estaban contentes con este rechamo tan cariñoso e simpático, e algún dos fieis cando un dos dous faltaba, dicían ou o san crista esta enfermo ou o galo esta de faena.

Un día pola maña, esta voz de alegrar o comezo do día, non chegou a dar as sete, os que estaban afeitos a levantarse co canto do galo, quedaron durmidos e non foron o traballo, as mulleres non muxiron as vacas no seu horario actual, e chegaron tarde para repartir o leite, unha desfeita, é que tivo a culpa, na Aldea algúns non tiñan por ven visto o galo, os facían levantarse moi cedo por culpa do canto do galo. Despois de barallar unhas e outras, decidiron cortarlle a lingua, primeiro beberon ata que non se tiñan de pe, despois foron en busca do galo, entre tropezóns e caídas chegaron o galiñeiro, estaba todo tranquilo, pero ningún podía subir o balado e esperaron a que lle pasara un pouco a borracheira, cando espertaron xa viña o sol, o galo non cantara as sete, que foi o que pasou, dixeron eles, foi un milagre, o galo non cantou.

A tardiña do seguinte día, volvéronse a ver os mozos na taberna e falaron entre eles, onde cando o estaban a falar, achegouse o san crista a buscar unha garrafa de viño de misa, e todos calaron a boca, o axudante do crego díxolle, esta noite pasada non fun capas a durmir nada, alguén estibo de festa debaixo da miña fiestra, dicindo de cortarlle a lingua ao galo, non sei quen o fixo pero ao galo fáltalle a metade da lingua, e cando eu fun para abrirlle a porta o pobre aínda sangraba polo bico, un de eles dixo vedes isto foi un milagre, o san crista dixo, si home si, un milagre.
Luís Suárez (Corme 06-09-09)

MEMORIAS 7

DESPUES DE LOS 18 AÑOS

Pasé en Corme cerca de un año, en esta etapa vacacional el tiempo daba a todo, así que fiesta tras fiesta vino mi primero amor, y no muy lejos de Corme. También como buen cristiano apadriné una hermosa niña y de nombre le pusimos Maria Luisa. En Traba de Laxe conocí una joven mujer, que a los pocos días de conocernos pues salíamos todos los días festivos a los bailes, y principalmente al salón de baile de Castrelos, aun niños, mejor dicho adolescentes, tenía 19 años, ella 17, nos queríamos mucho uno al otro, hasta que un día en la fiesta del 15 de Laxe por una pequeña discusión, rompimos nuestro compromiso, la discusión vino más bien por culpa de una amiga suya, que le dijo, que yo salía con una en la villa de Laxe, aquello era mentira, solo conocía a unas amigas, como ella también tenía sus amigos y yo no le decía nada.
El 17 de Diciembre de 1966, embarqué en la draga Prudencia en Requejada Santander con el oficio de engrasador, el trabajo bastante duro para los de cubierta, consistía de dragar el río, para darle más calado a los barcos mercantes que entraban en Requejada a cargar azufre, este puerto es el principal para esta clase de mineral en toda España. A los pocos días de llegar ya conocía mucha gente, amigos, amigas y muchos compañeros, como Aníbal Salas Piney, un gran compañero, coma toda su familia, se han portado con migo como si fuéramos familiares. En las navidades del 1966, quede solo en la draga una semana o dos, aquellos me fueron a buscar para que cenara con ellos, aquellos días de Navidad. Yo y Aníbal recorríamos todas las fiestas y bailes de la comarca, me presentaba amigos y compañeras. Me recuerdo de una noche, ya pasadas las Navidades, cuando veníamos del baile, por poco no estoy para contarlo, al pasar por la tubería resbalé y quedé agarrado a la balsa que tenían las tuberías para su flote, si no es por esta cogería río abajo en medio de la corriente de las aguas. Hoy no pasaría esto ya que aquello era un peligro cuando pasábamos de tierra para abordo, ya que consistía pasar con equilibrio sobre la tubería del dragado a una distancia de unos 30 o 40 metros, si te fallaba un pie al agua.
En Requejada-Hinogedo, estuvimos unos cuatro meses, cuando terminamos de dragar este puerto, nos fuimos para Pasajes. Aquí ya no sería como Requejada, la gente de este puerto, ya es más a lo suyo, con más dinero en los bolsillos, en las fiestas, no se podía estar tranquilo, cuando a palos unos con los otros, cuando la policía a porrazo limpio, la cartera que se perdía, o cambiaba de dueño, el marica te buscaba, una noche después de una fiesta en San Juan fui a dormir a una pensión, y serian las cuatro de la mañana, desperté y tenía un marica en mi cama que tracto de violarme, y lo único que busco a sido una bofetada y bastantes patadas ya que el no se tenía de pie con la borrachera que llevaba encima.
En este puerto también teníamos un peligro permanente cuando salíamos remolcados a depositar el material a las afueras de la costa, cuando hacia mal tiempo este deposito estaría a unas tres o cuatro millas, donde el peligro solo sería en la entrada al puerto de Pasajes, donde la entrada la tiene bastante mala, y nosotros teníamos que hacer este trabajo aunque el tiempo estuviera revuelto, y el puerto cerrado a la navegación.
En este puerto Donostiarra, estaríamos unos cuatro o cinco meses, nuestro trabajo finalizo una vez terminado de dragar el puerto de Lezo, Renteria, San Juan, y un poco en la entrada, frente a los astilleros. Volvimos a poner proa al cantábrico rumbo a Santa Eugenia de Ribeira, remolcados por un remolcador, ya que la draga Prudencia no tenía hélice propia. Santa Eugenia, bonita villa, de esclavos marineros, pueblo tranquilo de prosperidad, llena de progreso para un mañana de economía.
En este pueblo todo sería diferente a todo ocurrido en Euskadi, a poco tiempo de llegar a este hermoso y tranquilo puerto pesquero, conocí a una también hermosa mujer, Julia es su nombre de pila, Julita para mi, era el encanto. Aun me recuerdo de muchas cosas que ella me decía, frases llenas de cariño y amor salidas de aquellos labios de color carmesí. También aun me recuerdo, de cuando a la salida del baile nos peleábamos como niños de corta edad. Un día a la media noche, estaba besando aquellos labios que ella me entregaba con placer, de un amor ardiente, y no sabemos como hicimos que un cristal de una ventana vino abajo hecho añicos. Nosotros en aquellos momentos no pensábamos en el día siguiente, que sería un día de riñas de su familia por romper el cristal.
Los días pasaban como si fueran horas, las noches parecían siglos, todas las mañanas me levantaba a la ventana para verla pasar junto a una amiga camino del trabajo. Así pase unos meses trabajando en Ribeira, que aquello para mi no era trabajar, cada día estaba más enamorado de aquella chiquilla, cuanto más la buscaba más la encontraba, más tenia ganas de tenerla entre mis brazos, solo pensaba que aquello terminaría pronto, por que para el mes de agosto tenía que marchar para la mili. Los últimos días de mi estancia junto a ella pasaban como si fueran segundos, yo le prometía que jamás me olvidaría de ella, y que nunca nos dejaríamos por lo mucho de lejos que estuviéramos, y mi pensamiento estaría siempre en ella en los meses de mi ausencia.
El doce de agosto dejaba a la mujer que amaba entre besos y lagrimas nos despedíamos uno del otro y para nosotros existía esta frase, juntos para siempre. Regalamos unas alianzas de compromiso.

Corme 6 de Septiembre 2009 Luís Suárez

martes, 1 de septiembre de 2009

PIEDRA DE AFILAR


HISTORIA DE LA PIEDRA DE AFILAR

En la parroquia de Brantuas, ayuntamiento de Ponteceso hace unos 100 años vivía un Fidalgo, labrador y ganadero con tres criados a su cargo, un día cuando uno de sus criados estaba afilando una guadaña para segar hierba en una rueda de granito fino, especial para afilar, la pobre muela en vez de estar redonda, era cuadrada y no hacia mas que bailar al son del chillido que entonaba el eje contra la madera que la sostenía. El señor de la casa, ya estaba cansado de escuchar siempre la misma música, se va hacia la mola, y con un hierro de gran tamaño la hace añicos. Los criados de la casa recogieron los pedazos de la pobre “moa” unos para un muro de piedra, junto a un cabazo, otros los mas pequeños fueron para rellenar el camino, solo uno quedo escondido entre unas hierbas, que después de estar unos cuantos años olvidado, un día un leñador al ver la piedra la a cogido para afilar las hoces en el monte, donde se dedicaba a cortar tojo y limpiar las fincas de estos señores en los montes de Santa Mariña, en La Barda y Marosa, montes del Faro y Niñons.

Y así empieza la historia de esta piedra que sale en la foto. Mismo tenía un nombre, le llamaban Amoladora, cuantas manos pasaron por esta cariñosa piedra, cuantas gotas de sudor pudieron caer sobre su pequeño rostro, y cuanta saliva para ablandar su cara de afilar, cuantos secretos guardas en tu interior, buenos y malos, cuantas veces te tiraron de malas maneras, donde siempre te seguían buscando, enfados entre los leñeros por que todos te querían llevar consigo, te decían ¿es muy buena?, ¿afila bien? Con estés piropos tu te sonreías para ti misma. De finca en finca de un lugar a otro, la señora Amoladora se a quedado otra vez sola, olvidada y se puede decir en muchos años, yo la vi hace cincuenta años, tenía un color castaño, ahora es amarilla, a todos nos llegan los años, cuantos años estuviste al sol sobre esta roca o otras, por que no quiero decir que estuvieras sin hacer tu trabajo durante estos cincuenta años, yo era un niño tendría 10, mi padre el leñador tendría 40, el ya no esta, pero tu Amoladora estas en su casa, en un retiro segura, aunque no tengas tanto sol como lo as tenido hasta ahora.

Luís Suárez, Corme 1 de Septiembre 2009.